COLOMBIA

 Las estrellas brillan, pero nunca se sabe de dónde. Para nuestra propuesta de organizar un espectáculo en Curaçao durante el Festival de Carifesta, la isla es un poco pequeña y su alcance cultural limitado. Como Carifesta es una reunión de verano, hay tiempo suficiente para movilizar a esta delegación de Curaçao, pero el puerto cobra precios exuberantes, cumpliendo con su reputación de “La Boca del Dragón” al explotar su monopolio. No perdonamos fácilmente el que nos hayan dejado flotar en el mar en la víspera de Año Nuevo, incluso si este es el mejor lugar para ver los fuegos artificiales. Tampoco nos atrae el asistir a la perspectiva de ver el rimero de personas que los mega cruceros continuamente vomitan sobre la ciudad. Así que recurrimos a uno de esos pequeños placeres de la vida que es mirar el mapa para elegir un próximo destino. Esa iba a ser Santa Marta, la ciudad colonial más antigua de las Américas. Así que los Locos zarpan de nuevo, esta vez con un sentido de libertad sin precedentes porque por primera vez en treinta años no hay ningún proyecto pendiente. Al llegar después de unos días de navegación a la bahía de Santa Marta, nos dirigimos inmediatamente a Taganga, un pueblo cercano en un parque natural con cimas de montañas cubiertas de nieve.

Colombia es un país fascinante. La alegría de sus habitantes es equivalente a la miseria en la que viven. Dirías que es un país pacífico, si no fuese porque los líderes sociales, quienes podrían provocar un cambio social, fueran asesinado sistemáticamente. La gente sobrevive cantando canciones o vendiendo dulces en el autobús. La bahía de Taganga es un centro turístico a pequeña escala para los lugareños que atrae a muchos músicos callejeros y artistas itinerantes. Nos hicimos amigos de algunas comunidades de artistas y nómadas en las montañas y los invitamos a montar un cabaret a bordo. Un pescador sirvió de barquero. Esta noche se convirtió en un clásico en las mejores tradiciones de Amsterdam, Barcelona o Euskadi. La mayoría de los actos fueron de circo, una característica única y bastante heroica, ya que el techo tiene apenas dos metros de altura. Y no sin un toque de melancolía porque estas noches copiosas se están volviendo raras, incluso si logramos encontrar un amarre en las grandes ciudades de Barranquilla o Cartagena de Indias.

Ahora, el Magnum Opus a perseguir es el viaje sobre ruedas por el desierto, hasta Uluru Rock en Australia. Esto es la apoteosis de la historia milenaria del Barco Sobre Ruedas. Así que finalmente desenterré algunas cartas marítimas y libros náuticos para echar un vistazo a los desafíos que presenta el cruce del Pacífico. Vientos alisios, corrientes, distancias, períodos, islas, arrecifes de coral, monzones, tormentas tropicales. A primera vista, es una lectura más bien tranquilizadora, debido a que las características más azarosas son los arrecifes y tormentas, ambos a sortear con buenas mapas náuticos y un buen timing. El momento propicio para pasar el canal de Panamá parece ser en unos diez meses.

Hay un sermón del siglo XV titulado “El Gremio de la Barcaza Azul” que convoca a todos los “Compañeros de Maneras Salvajes”, todas las almas perdidas que no se acomodan a la sociedad, para embarcarse en la nave. Esta vez navegamos de verdad. La personificación de un ritual pagano indestructible y alegre. Diez meses para reunir a los compañeros de la hermanidad. En estas regiones, hay muchos candidatos. La recién construida barbacoa-fuera-de-borda es de lo más útil. Ya al día siquente se servía pizza de verdad. Por la mañana el pescado fresco es entregado por los Provedores de la Corte de los Locos, pescadores que regresan. La figura de proa es una cuchara y tenedor. Aqui Vamos – Tenemos Hambre.